Beneficios de la natación para las
embarazadas
Dentro del agua, la futura mamá se siente ligera y
relajada a pesar de la tripa, y deja de notar durante un rato la tensión de la espalda. Como el
cuerpo pesa menos, puede realizar, sin apenas esfuerzo, movimientos que fuera del agua le costarían mucho. Además, la
presión que ejerce el agua le impide hacer movimientos bruscos y, por tanto,
sufrir posibles traumatismos. Un rato de natación suave o de gimnasia
acuática tiene muchas otras ventajas:
·
Mejora el tono
muscular, ya que el agua ofrece una resistencia que obliga a trabajar piernas, glúteos y pelvis.
·
Estimula la circulación de la sangre, que se ve favorecida por
la posición horizontal que se adopta al nadar. En consecuencia, previene
las varices, la hinchazón y los calambres.
·
Aumenta la resistencia pulmonar al trabajar de forma aeróbica
(es decir, sin fatiga).
¿Hasta cuándo podré bañarme?
Los
especialistas no se ponen de acuerdo. Unos defienden que nadar es bueno hasta
el mismo momento del parto,
ya que precisamente al final del embarazo es cuando más se necesitan los
beneficios del agua. Otros, sin embargo, recomiendan abandonar la actividad en
el octavo mes, ya que a
partir de entonces existe mayor riesgo de perder el tapón mucoso durante
el ejercicio, sin ser consciente. Lo mejor es hacer caso al ginecólogo y al
sentido común.
Preparación al
parto
El
agua es un medio idóneo para mantenerse en forma en el embarazo y
prepararse para el parto. En los cursos de natación para embarazadas la futura
mamá encontrará un espacio tranquilo y adaptado a su estado, con
profesionales cualificados que ajustarán la actividad física a sus necesidades
específicas. Se suelen dar clases de una hora, estructuradas en calentamiento
inicial, un rato de ejercicios con natación y una parte final de relajación.
Precauciones en el agua
La natación durante el embarazo es
saludable, pero usa siempre el sentido común y sigue estas recomendaciones:
o
Dúchate antes de meterte en el agua para evitar cambios bruscos
de temperatura.
o
Entra lentamente en la piscina por las escaleras, de espaldas al
agua y con cuidado para evitar los resbalones.
o
No te bañes en el mar si el agua está fría, sucia, hay olas
altas o mucha gente.
o
Realiza la actividad de forma progresiva, comenzando por un calentamiento.
o
No excedas de 140 pulsaciones por minuto.
o
Evita las apneas (buceos
prolongados) y nada siempre en compañía.
o
Dúchate al salir y quítate el bañador mojado.
o
Pon una toalla seca sobre el borde de la piscina o la arena
antes de sentarse.
o
Fuera del agua, usa calzado
de goma que sujete bien.
¿Cuándo está
desaconsejado nadar?
Tu
ginecólogo puede prohibirte realizar esta actividad en alguno de estos
casos:
o
Embarazo de alto riesgo.
o
Amenaza de parto prematuro.
o
Placenta previa.
o
Retardo en el crecimiento uterino.
o
Problemas vasculares.
o
Dilatación del cuello del útero.
o
Haber expulsado el tapón mucoso o sufrir una enfermedad de la
gestación incompatible con el ejercicio.
Y si vas a la
playa…
Los
largos paseos descalza por la
orilla del mar son una auténtica medicina para los tobillos hinchados. El continuo
masaje de arena y agua que reciben los pies favorece el drenaje y la reabsorción de líquidos,
y facilita el retorno venoso. Además, si se realizan a un ritmo moderado,
también se beneficia el aparato cardiorrespiratorio. Eso sí, toma algunas
precauciones:
o
Mantente bien hidratada (bebiendo
agua en abundancia) y protege tu cabeza y el cuerpo con crema solar de
protección alta, ya que la piel ahora está mucho más sensible.
o
Si te bañas, hazlo acompañada y
que evita las zonas donde no haces pie, para poder reaccionar si te diera un
calambre.
Ejercicios:
Abdominales fuertes
Sujétate del bordillo de la piscina. Pega la
espalda a la pared en la zona que cubre. Coge aire, junta las piernas y
mantenlas estiradas. Elévalas lentamente a la vez que expulsas el aire. Baja
las piernas y vuelve a subirlas de nuevo manteniendo la respiración coordinada.
Fortalece el periné
De pie, tocando el fondo de la
piscina, cruza las piernas. Sin moverte del sitio, ponte de puntillas, contrae
el suelo pélvico y espira. Al bajar, relaja e inspira. Repite el ejercicio, en
vez de sobre las puntas, sobre los talones. Si lo prefieres, puedes combinar
punta y talón.
Relaja los músculos
Ve nadando de espaldas hasta la
escalera de la zona que cubre y, al llegar, quédate flotando verticalmente
sacudiendo brazos y piernas para relajarlos. Puedes quedarte también unos
minutos tumbada flotando en posición de muerto y aprovecha para concentrarte en
tu respiración.
Refuerza pectorales, tronco
y brazos
Este ejercicio tiene dos
variantes. Puedes hacerlo de espaldas al bordillo, con los brazos en cruz y con
las manos agarradas del borde. Eleva tu cuerpo sin impulsarte del fondo para
hacer fuerza con los brazos. Si tienes un churro de corcho, siéntate sobre él y
avanza por la piscina impulsándote con los brazos. No te ayudes de los pies.
Desbloquea la pelvis
En la zona que no cubre,
sitúate de pie y mantén la espalda recta. Levanta una pierna y ábrela hacia un
lateral lentamente. Mantén el equilibrio. Bájala con suavidad. También puedes
hacerlo en la zona que cubre, apoyando los codos sobre corchos. Abre una pierna
hacia un lado y bájala sin tocar el suelo. Repite varias veces.
Da elasticidad al periné
De cara a la pared de la
piscina, con las manos en el bordillo y los brazos estirados, apoya la planta
de los pies en el fondo y baja hasta sumergir parte de la cara. También lo
puedes hacer con las plantas de los pies apoyadas en la pared de la piscina,
cerca de las manos. Acerca el trasero a la pared flexionándo las piernas y
vuelve a estirarlas.
Descarga la espalda
Relájate subiendo y bajando en
vertical hacia el fondo de la piscina. Concéntrate en la respiración. Puedes
hacerlo también de cara a la pared de la piscina, con las manos en el bordillo
y los brazos estirados. Apoya las rodillas en la pared con las piernas
flexionadas. Baja tu cuerpo hasta sumergir la cabeza y acerca los codos hacia
la pared.
Termina tu baño relajada
Sumérgete y ponte en posición
fetal, concéntrate y visualiza a tu bebé. Él se encuentra tan relajado como tú
en ese momento, flotando plácidamente en tu tripita y en una posición muy
similar a la tuya.
Mejora tu circulación
Con el agua a la altura del
cuello, ponte de pie, con los pies juntos y los brazos a lo largo del cuerpo,
flexiona las piernas y salta hacia arriba cogiendo aire. Salta sin llegar a
sacar la barriga del agua y avanza por la piscina dando saltos de canguro.
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